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Los mamíferos (Mammalia) son una clase de vertebrados amniotas homeotermos (de "sangre caliente"), con pelo y glándulas mamarias productoras de leche con la que alimentan a las crías. La mayoría son vivíparo (con la notable excepción de los monotremas: ornitorrinco y equidnas, que son ovovivíparos).

Se trata de un taxón monofilético; es decir, todos descienden de un antepasado común que se remonta a finales del Triásico, hace más de 200 millones de años. Pertenecen al clado sinápsidos, que incluye también numerosos "reptiles" emparentados con los mamíferos, como los pelicosaurios y los cinodontos.

Se conocen unas 5.486 especies actuales, de las cuales 5 son monotremas, 272 son marsupiales y el resto, 5.209, son placentarios. La ciencia que estudia los mamíferos se denomina teriología, mastozoología o mamiferología.

Identidad y Diversidad[]

Los mamíferos constituyen un grupo de seres vivos muy diverso y, a pesar del reducido número de especies que

Mamíferos tgre

Tigre asiático

lo forman en comparación con otros taxones del reino animal o vegetal, su estudio es con mucho el más profundo en el campo de la zoología, seguramente porque la especie humana pertenece a él.

Es tal la diversidad de la clase que para un profano sería difícil establecer con claridad qué especie es mamífera y cuál no. Para ilustrar con un ejemplo esta diversidad fenotípic], anatomo-fisiológica y etológica, basta relacionar algunas de sus especies como el Ser Humano (Homo sapiens), un Canguro Rojo (Macropus rufus), una Chinchilla (Chinchilla lanigera), una Ballena Blanca (Delphinapterus leucas), una Jirafa (Giraffa camelopardalis), un Lémur de Cola Anillada (Lemur catta) o un Jaguar (Panthera onca).

Sinapomorfías[]

Las clases de los mamíferos son un grupo monofilético, ya que todos sus miembros comparten una serie de novedades evolutivas exclusivas (sinapomorfías) que no aparecen en ninguna especie animal no incluida en ella:

  • La mandíbula está conformada sólo por el hueso dentario, rasgo único y exclusivo de todos los mamíferos, constituyendo la principal característica diagnóstica para el grupo.
  • La articulación de la mandíbula con el cráneo se efectúa entre el dentario y el escamosal, característica también única y exclusiva de los mamíferos.
  • Presentan tres huesos en el oído medio: Martillo, Yunque y Estribo, con excepción de los monotremas, que presentan el oído reptiliano.
  • Son los únicos animales actuales con pelos presente en casi todas las etapas de su vida, y todas las especies, en mayor o menor medida, lo tienen (aunque sea en estado embrionario).
  • Poseen Glándulas Sebáceas, modificadas como Glándulas Mamarias, capaces de segregar leche, alimento del que se abastecen todas las crías de mamíferos.

Pero a pesar de estas y otras similitudes que no son definitorias de la clase, su diversidad es tal que son muchas más las diferencias existentes, especialmente en cuanto a aspecto externo se refiere.

Diversidad[]

Ballena azul

Ballena Azul

Sólo con comparar la especie animal de mayor envergadura que ha existido, la Ballena Azul (Balaenoptera musculus), que puede alcanzar las 160 tm, con el Murciélago de Hocico de Cerdo de Kitti (Craseonycteris thonglongyai), considerado el mamífero de menor tamaño, cuyos adultos apenas alcanzan los 2g de peso, podemos observar que entre la especies más y menos voluminosas la diferencia en masa corporal es de 80 millones de veces.

La gran adaptabilidad de los individuos que integran la clase los ha llevado a habitar todos los Ecosistemas del planeta, lo que ha dado lugar a multitud de diferencias Anatómicas, Fisiologicas y de comportamiento, convirtiéndolos en su conjunto en uno de los grupos dominantes sobre La Tierra. Han sido capaces de colonizar el dos el verde de la jungla y el subsuelo de los desiertos, los fríos hielos polares y las cálidas aguas tropicales, los enrarecidos ambientes de las altas cumbres y las fértiles y extensas sabanas y praderas.

Reptan, saltan, corren, nadan y vuelan. Muchos de ellos son capaces de aprovechar la más variada gama de recursos alimenticios mientras otros están especializados en determinados alimentos. Este sinfín de circunstancias ha forzado a estos animales a evolucionar adoptando una multitud de formas, estructuras, capacidades y funciones.

Resulta curioso comprobar cómo en muchos casos, especies muy distanciadas entre sí geográfica y filogenéticamente han adoptado estructuras morfológicas, funciones fisiológicas y aptitudes de comportamiento similares. A este fenómeno se le conoce como evolución convergente. La similitud en la cabeza de un Lobo Gris (Canis lupus, un placentario), y un Tilacino (Thylacinus cynocephalus, un marsupial), es sorprendente, siendo dos especies tan distanciadas filogenéticamente.

El Erizo Común Europeo (Erinaceus europaeus, placentario) y el Equidna Común (Tachyglossus aculeatus, monotrema) pueden confundir a cualquier profano, pues no sólo han adoptado la misma estructura de defensa, sino que comparten morfologías parecidas para explotar recursos alimenticios similares.

Origen y evolución[]

Los mamíferos actuales descienden de los sinápsidos primitivos, grupo de Tetrápodo amniotas que comenzó a florecer a principios del Pérmico, hace unos 280 millones de años, y continuaron dominando sobre los «reptiles» terrestres hasta hace unos 245 millones de años (principios del Triásico), cuando empezaron a despuntar los primeros dinosaurios. Debido a su superioridad competitiva, estos últimos hicieron desaparecer a la mayoría de los sinápsidos. No obstante, algunos sobrevivieron y se convirtieron en los primeros mamíferos verdaderos hacia finales del Triásico, hace unos 200 millones de años.

Los mamíferos más antiguos que se conocen son, por un lado los multituberculados y por otro los australosfénidos, grupos que datan del Jurásico Medio.

No obstante, debe tenerse en cuenta que la organización mamaliana, después de un éxito inicial durante el Pérmico y el Triásico, fue suplantada casi por completo, en el Jurásico y el Cretácico (durante unos 100 millones de años), por los reptiles diápsidos (dinosaurios, pterosaurios, cocodrilos, plesiosaurios, ictiosaurios), y no fue hasta su desaparición cuando los mamíferos se diversificaron y alcanzaron su papel dominante.

Aprovechar los recursos sin tener que competir con animales de mayor envergadura suponía adaptarse a regiones inhóspitas de clima normalmente frío, a los hábitos nocturnos, también con bajas temperaturas y además escasa iluminación.

Tigre dientes de sable

Smilodon Populator

A lo largo de la historia evolutiva de los mamíferos acontecen una serie de hechos que van a determinar la adquisición de los rasgos que caracteriza a la clase. La capacidad homeotermia, es decir, de regular su temperatura corporal, es sin duda alguna la característica que permite a los mamíferos un mundo libre de competencia y rico en recursos altamente nutritivos. Fue gracias a ella que pudieron conquistar territorios fríos y sobre todo, desarrollar una actividad nocturna.

El crecimiento de pelo protegiéndoles el cuerpo de la pérdida de calor y el desarrollo de una visión apta para bajos índices de luminosidad fueron las otras dos circunstancias que colaboraron en la conquista de estos nichos ecológicos hasta el momento libres de animales superiores. Las adaptaciones del esqueleto fueron el primer paso para conseguir mayor efectividad energética basada en el incremento del aprovechamiento de los recursos y en la disminución del gasto.

El cráneo va haciéndose más efectivo, pierde masa, mantiene resistencia y simplifica estructuras a la vez que permite el desarrollo y efectividad muscular. Las modificaciones del cráneo llevan además consigo la formación de un paladar secundario, la formación de la cadena ósea del oído medio y la especialización de las piezas dentales. La mandíbula se constituye a partir de un único hueso (el dentario) y ésta es la principal característica para determinar si el fósil de un animal pertenece a la clase de los mamíferos, debido a la usual pérdida de tejidos blandos durante la fosilización.

Las extremidades dejan paulatinamente de articularse a ambos lados del tronco para hacerlo por debajo. De este modo, a la vez que aumenta la movilidad del animal, disminuye el gasto energético al hacer los requerimientos para el desplazamiento y el mantenimiento del cuerpo erguido. Por su parte, la gestación interna de las crías y el proporcionarles a éstas los alimentos para la primera edad sin tener que buscarlos (leche), permitió mayor libertad de movimiento a las madres y con ello un avance en su capacidad de supervivencia tanto individual como de la especie.

En todos estos cambios evolutivos se vieron involucradas todas y cada una de las estructuras orgánicas, así como los procesos fisiológicos. La maquinaria biológica especializándose requería mayor efectividad de los procesos respiratorios y digestivos, provocando el perfeccionamiento de los aparatos circulatorio y respiratorio con relación a la efectividad fisiológica, y el del digestivo para conseguir un mayor aprovechamiento nutritivo de los alimentos fueron otros de los logros conseguidos por estos animales durante su evolución.

El sistema nervioso central fue adquiriendo un tamaño y estructura histológica que no se conoce en otros animales, y la deficiencia de iluminación a que se enfrentaban las especies nocturnas se vio compensada con el desarrollo de los otros órganos sensoriales, en especial del oído y el olfato. Todos estos fenómenos evolutivos tardaron varios cientos de millones de años, tras los cuales los mamíferos hemos llegado a dominar la vida sobre La Tierra, siendo las especies vivas con mayor grado de evolución y desarrollo.

Adaptación a la vida en La Tierra[]

Elefante

Elefante

Tal diversidad de los mamíferos es fruto de los rápidos procesos evolutivos a los que se han visto sometidos estos animales en su camino hacia la conquista del planeta, habiendo demostrado una extraordinaria capacidad de adaptación que les ha permitido distribuirse por la práctica totalidad de su superficie.

Los mecanismos desarrollados por cada especie para conseguir adaptarse al medio evolucionaron de forma independiente. Así, mientras que algunas especies como el Oso Polar (Ursus maritimus) se protegieron del frío con una densa capa de pelo que con el reflejo de luz se ve blanco, otros como los pinnípedos o los cetáceos lo hicieron produciendo una densa capa de tejido graso bajo la piel.

En otros casos, especies muy distanciadas filogenéticamente recurren a mecanismos similares para adaptarse a circunstancias parecidas. El desarrollo de los pabellones auriculares del Fénec (Fennecus zerda)) y del Elefante Africano (Loxodonta africana) para incrementar la superficie de intercambio calórico y favorecer la homeostasis es un claro ejemplo.

La reconquista de las aguas por parte de animales que eran completamente terrestres es otra de las muestras de la capacidad de adaptación de los mamíferos. Distintos grupos de la clase han evolucionado de forma totalmente independiente para retornar al medio acuoso y explotar los nichos marinos y fluviales.

Por citar algunos ejemplos que ilustren la variabilidad de los mecanismos desarrollados para adaptarse a la vida acuática, dos órdenes cuyas especies son estrictamente acuáticas, Cetacea y Sirenia, las familias de carnívoros Odobenidae (morsa), Phocidae (Focas) y Otariidae (Osos y leones marinos), mústelidos como la nutria de mar (Enhydra lutris) y otras especies fluviales, roedores como el Castor (Castor sp.) o la Capibara (Hydrochoerus hydrochaeris), el Desmán Ibérico (Galemys pyrenaicus), el Hipopótamo (Hippopotamus amphibius), la Cuica de Agua (Chironectes minimus), el Ornitorrinco (Ornithorhynchus anatinus)...

Junto con las aves y los extintos pterosaurios, un grupo de mamíferos, los quirópteros han sido los únicos vertebrados capaces de desplazarse mediante vuelo activo. No sólo han desarrollado estructuras anatómicas imprescindibles como las alas. También han sido imprescindibles adaptaciones fisiologicas que permitan el ahorro energético compensando así el tremendo gasto que supone el vuelo.

Estos animales además, teniendo que desenvolverse en la más estricta oscuridad de la noche y el interior de las cavernas, han evolucionando perfeccionando el sistema de ecolocalización que les permite percibir con exactitud el mundo que los rodea.

Hombre

Humano

Topos y otros zapadores, principalmente roedores, lagomorfos y algunos marsupiales habitan bajo tierra, algunos pasando enterrados la mayor parte de su vida. Han conseguido conquistar el interior de la superficie terrestre, pero la percepción del exterior, el movimiento bajo tierra, las relaciones entre individuos y los requerimientos nutritivos y respiratorios han sido algunas de las cuestiones que han tenido que resolver a lo largo de su evolución, sufriendo durante ella notables transformaciones y especializaciones imprescindibles.

Y tal especialización convierte a la vez a estos animales en los más poderosos y los más frágiles. A lo largo de toda su andadura evolutiva, no han sido pocas las especies, familias e incluso ordenes enteras las que han desaparecido al verse modificado el hábitad natural en el que se desenvolvían. Y en este sentido, en la actualidad, quizá otro mamífero, el Homo sapiens sapiens, ha sido el causante directo o indirecto de la desaparición de muchas otras especies. Así, la desaparición de terrenos de caza vírgenes está haciendo desaparecer al Lince Ibérico (Lynx pardinus), el felino más amenazado del planeta, la tala indiscriminada ha estado a punto de acabar con el oso panda (Ailuropoda melanoleuca) o la introducción de especies foráneas como Gato, Perro o zorros, con los Gatos Marsupiales Australianos.

Distribución Geográfica[]

Los mamíferos son los únicos animales capaces de distribuirse por, prácticamente, la totalidad de la superficie

Focas

Focas

del planeta, con excepción de las tierras heladas de la Antártida, aunque algunas especies de foca habiten en sus costas. En el extremo opuesto, el área de distribución de la Foca Híspida (Pusa hispida) alcanza las proximidades del Polo Norte.

Otra excepción la constituyen las islas remotas, alejadas de las costas continentales en las cuales, sólo se dan casos de especies introducidas por el hombre, con el consabido desastre ecológico que ello supone.

En tierra, se hallan desde nivel del mar hasta los 6.500 metros de altitud, poblando todos los biomas existentes. Y lo hacen no sólo sobre la superficie sino también bajo ella, e incluso por encima, tanto entre las ramas de los árboles como habiendo sufrido modificaciones anatómicas que les permiten el vuelo activo como es el caso de los murciélagos, o pasivo como es el de colugos, petauros y ardillas voladoras.

También el medio acuático ha sido conquistado por estos animales. Hay constancia de que a lo largo y ancho del planeta, los mamíferos pueblan sus ríos, lagos, humedales, zonas costeras, mares y océanos alcanzando profundidades superiores a los 1.000 metros. De hecho, cetáceos y carnívoros marinos son dos de los grupos de mamíferos más ampliamente distribuidos por el planeta.

Como grupos taxonómicos, roedores y murciélagos, además de ser los más numerosos en especies, son los que han llegado a poblar las mayores superficies, pues salvo en la Antártida, pueden encontrarse en todo el planeta, incluidas islas no tan cercanas a la costa, imposibles de colonizar por otras especies terrestres.

En el extremo opuesto, los órdenes con pocas especies, son los de menor área de distribución global, con especial mención a dos de los tres órdenes de marsupiales americanos que se circunscriben a un área relativamente limitada del subcontinente meridional, especialmente el Monito del Monte (Dromiciops australis), único representante del orden Microbiotheria.

Los sirenios, aunque con áreas limitadas para cada una de las pocas especies con ejemplares vivos, pueden encontrarse en Asia, África, Centro y Sudamérica y Oceanía. Algunos órdenes son exclusivos de continentes determinados, habiendo evolucionado aislados del resto de los mamíferos, como ocurre con los cingulados en Sudamérica, con los tubulidentados en África o los dasyuroformes en Oceanía, por citar algunos ejemplos.

Si exceptuamos al hombre (Homo sapiens), y a los animales asociados a él tanto domésticos como salvajes, de

Leopardo 4

Leopardo (Panthera pardus)

entre las demás especies, quizá sea el lobo gris (Canis lupus) o el zorro rojo (Vulpes vulpes), las más ampliamente distribuidas pues sus ejemplares se encuentran por la mayor parte del hemisferio norte. También el Leopardo (Panthera pardus), que lo hace desde África hasta India o el Puma (Puma concolor), desde Canadá hasta el sur de Chile son dos especies con áreas de distribución muy extensas. Otros Carnívoros como el León (Panthera leo), el Tigre (Panthera tigris) o el Oso Pardo (Ursus arctos) se han extendido por gran parte de la tierra hasta tiempos relativamente recientes, aunque sus áreas de distribución hayan ido disminuyendo paulatinamente hasta fraccionarse y acabar desapareciendo de la mayor parte de ellas en la actualidad.

En contraposición, un número mucho mayor de ellas ocupan áreas limitadas y no todas porque las hayan visto reducidas por alguna causa, sino porque a lo largo de su evolución no han podido o no han necesitado extenderlas más allá de las actuales.

Pero no sólo especies determinadas han sido las que han desaparecido de regiones más o menos amplias del planeta, sino que algunos grupos enteros de mamíferos que en otros tiempos poblaron determinados continentes, no han logrado sobrevivir hasta los tiempos actuales. Los équidos por ejemplo, que poblaban en estado salvaje en casi todo el planeta, hoy sólo existen en libertad en Asia y África, habiendo sido reintroducidos por el hombre en estado doméstico en el resto del planeta.

Y en otros casos la introducción fortuita o voluntaria de ciertas especies en regiones en las que no existían, ha puesto en peligro e incluso ha provocado la desaparición de las especies nativas.

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