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Este ciervo, originario de China, está adaptado a vivir en ambientes pantanosos, ya que tiene las pezuñas largas y separadas para poder caminar por el fango sin hundirse en él.

Se consideraba extinguido hasta que en el año 1865 el misionero Armand David descubrió una pequeña manada en los jardines del palacio imperial de Pequín. Algunos ejemplares fueron enviados a diferentes zoos europeos, donde se reprodujeron, y finalmente en 1986 se pudieron reintroducir en su país de origen.

Descripción[]

Este gran ciervo se caracteriza por las largas patas que acaban en unas pezuñas largas y separadas para poder caminar por el fango sin hundirse en él, por tener la cabeza y el hocico muy alargados y por el pequeño tamaño de los ojos y las orejas. La cola es considerablemente larga y los cuernos, presentes tan solo en las hembras, pueden llegar a los 80 cm de longitud. El pelaje es de color marrón rojizo durante el verano, pero se vuelve grisáceo en invierno.

Hábitat[]

Mapa Eladav

Llanuras inundadas, pantanos y marismas.

Alimentación[]

Come predominantemente hierba, pero si esta escasea  complementa la dieta con plantas acuáticas.

Reproducción[]

La reproducción es como la de la mayoría de cérvidos, con peleas entre machos y formación de harenes. La gestación dura unos nueve meses y suele nacer una sola cría en cada parto.

Conducta[]

Es una especie de hábitos diurnos que se mueve especialmente a primera hora del día y al anochecer. De comportamiento social, los machos y las hembras forman manadas separadas excepto en la época de reproducción. Nada muy bien y pasa muchos ratos dentro del agua.

Estatus y programas de conservación[]

El ciervo del padre David tiene una historia poco corriente: vivía en las llanuras inundadas del norte de China hasta que los cultivos se extendieron por la zona y desapareció totalmente en estado salvaje. La ciencia occidental lo consideraba definitivamente extinguido hasta que, en 1865, un misionero llamado Armand David descubrió una pequeña manada de supervivientes en los jardines del palacio imperial de Pequín. Algunos ejemplares fueron enviados entonces al parque de Woburn, en Inglaterra, y poco después murieron todos los que quedaban en China. A partir del pequeño núcleo inicial de Woburn fueron llegando ciervos del padre David a diferentes parques y zoológicos de todo el mundo, entre ellos el de Barcelona, donde se reprodujeron y finalmente, en 1986, se pudo reintroducir un pequeño grupo en su hábitat natural de China por primera vez después de más de cien años. Desde entonces se han liberado más ejemplares en diferentes espacios protegidos chinos y en la actualidad hay hasta cuatro poblaciones salvajes con un total de unos 600 ejemplares.

Este es, por tanto, un claro ejemplo de la importancia que tienen los parques zoológicos en la conservación de las especies animales que se encuentran en peligro de extinción y que, como el ciervo del padre David, hoy ya no existirían si no fuera por el trabajo que se hace en estas instituciones.

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